Había una vez un reino lejos, lejos de aquí, donde vivían un rey y una reina.
Los reyes estaban enamoradísimos y fruto de su amor tuvieron a una niña guapísima, más guapa de lo que nadie se puede imaginar.
La madre al poco tiempo de que la princesa naciera se tuvo que marchar junto con su hermana a la que la había sucedido una tragedia horrible.
Pasaron y pasaron los años y la princesa no se cansaba de preguntar a su padre cuando volvería su madre. Su padre siempre le contestaba con una amplia sonrisa que cuando menos se lo esperara su madre volvería para darle un fuerte abrazo, pero la princesa cada vez estaba más triste.
El rey, que era una de las personas más buenas y bondadosas del reino, no podía ver a su hija así, así que comenzó a comprarle los libros más maravillosos y mágicos que nadie podía imaginar. Hasta tal punto de crear la mayor biblioteca que nadie había visto jamás.
La princesa no se olvidaba de su madre, pero con tantos libros preciosos a su alrededor la espera fue mucho mas tranquila. El paso de los años hacia que la princesa cada vez se acordara menos de su madre.
Al cabo del tiempo, un día tranquilo, mientras la princesa estaba leyendo apareció en la biblioteca su madre, la reina. La princesa se puso muy contenta pero no entendía que hubiera tardado tanto en regresar.
La reina le explico que aparte de ir a ayudar a su hermana, también se había pasado por multitud de reinos buscando a un príncipe perfecto para casarlo con ella.
La princesa no podía creérselo, ella no quería casarse de momento con ningún príncipe y mucho menos por un príncipe elegido por su madre. Pero era tarde, la reina había venido acompañada de un príncipe de un reino cercano.
La princesa se negó a conocerle, pero después de muchas horas de convencimiento la princesa cedió.
El príncipe era el hombre más guapo y bello y que la princesa había visto jamás, su cabello dorado como el oro relucía allá donde se acercaba. Sus brazos eran como troncos de madera, duros y exuberantes. Y además de todo esto, tenia los ojos más bonitos que nadie se hubiera podido imaginar nunca más.
A la princesa la primera impresión le encantó, pero aun así no podía entender como su propia madre podía haberle traído a palacio sin haberla consultado antes.
La princesa quiso dar una oportunidad al príncipe pero se dio cuenta que todo lo que tenia de bello, lo tenia de bobo. No le gustaban los libros, no entendía que las personas pudieran estar leyendo horas y horas mirando hojas de papel sin sentido, no le gustaba la aventura. Era una persona aburridísima y la princesa no podía casarse con una persona así.
Su madre muy enfada le exigió que se casara con el, la reina había perdido años y años en encontrar al príncipe mas guapo y maravilloso de todos los reinos y ahora, la princesa no lo deseaba.
La princesa hablo pausadamente con su madre y llegaron a un trato. Si al príncipe pedía dos deseos y los cumplía, se casaría con el. Si no seria una persona libre y decidiría por mi misma con quien se casaría.
Su madre cedió y la princesa le pidió el primer deseo al príncipe.
- Quiero que me traigas el vestido más bonito que jamás se ha creado, y no solo eso, sino que además los hilos tienen que ser de oro y los botones de diamantes.
La princesa sabia que era una misión imposible, las cantidades de oro que había en el reino no era suficiente para tejer un vestido de oro. Lo que no pensó la princesa es que su madre iba a ayudar al príncipe y hacer lo que fuera necesario para conseguir que se casara con el.
A las dos semanas el príncipe apareció con el vestido completamente tejido de oro.
La princesa no se lo podía creer, acaba de darse cuenta que solo le quedaba un deseo para intentar alejarse del príncipe para siempre, y la tarea no iba a ser fácil.
Pasaron los días y la princesa no podía parar de llorar. Llorando y llorando empezó a pensar en el segundo deseo que tenía que formular a su príncipe y se le ocurrió la mejor idea que había tenido nunca.
Hizo llamar al príncipe al palacio y le explico que si quería casarse con el tenia que traerle el mejor abrigo del mundo, el mas exclusivo y el que nadie mas podría tener nunca. El abrigo debía de tener todas las clases de pieles de los animales del mundo, tenia que recortar un trocito de esas pieles y coserlo al abrigo.
El príncipe en ese momento perdió toda ilusión de casarse con la princesa, pero sabía que su madre iba a poder ayudarlo para conseguirlo.
La princesa contentísima al saber que no podría traer un abrigo con toda la clase de pieles de los animales paso una semana genial, no paro de leer y de imaginarse mundos fantásticos donde poder vivir y encontrar a su hombre ideal.
Al finalizar esta semana el príncipe apareció con el abrigo mas bonito que la princesa había visto jamás, contenía multitud de colores y variantes de texturas, era algo que nadie se podía imaginar.
La princesa al ver tal abrigo se puso tristísima y decidió que aunque rompía su palabra con su madre, esa noche tenia que escaparse del palacio y no volver jamás allí.
Recogió muy pocas cosas y se abrigo con el abrigo de pieles y antes de marcharse del palacio fue a ver a su padre. Al principio el padre se asusto, pero luego acabo entendiendo que su hija no iba a ser feliz al lado de ese príncipe y que tenía que buscar su propia felicidad. El padre le regalo un collar con una piedra preciosa con un azul esmeralda y le explico que ese collar siempre le había traído suerte y que si lo llevaba siempre encima nunca le pasaría nada. Se abrazaron fuertemente y la princesa se marcho.
Caminó y caminó durante horas hasta que no pudo mas, se tumbo cerquita de una roca y se quedo dormida. Cual fue su sorpresa cuando unos campesinos la despertaron al tropezarse con ella.
Estaban buscando setas para su príncipe y como llevaba un abrigo de esas texturas y colores no la habían visto. La princesa se quedo sorprendida y les pregunto a los campesinos de que príncipe se trataba. Los campesinos la contaron que era el príncipe principito dueño de todas esas tierras. La princesa les contó que se llama Todaclasedepieles pero que no se acordaba de nada más.
Los campesinos quisieron ayudarla y la llevaron a palacio. La princesa no quería acudir allí, pero los campesinos fueron muy insistentes diciéndola que podría encontrar un trabajo de doncella o de ayudante de cocina en palacio. La princesa estaba sucia, llena de polvo y de barro y sabia que nadie en esas condiciones iba a darle trabajo, así que acepto.
De camino a palacio y hombre en caballo les paró, todos se arrodillaron al menos la princesa que se quedo atónita mirando la belleza de aquel hombre.
Ese hombre era el príncipe principito y pregunto por ella. Los campesinos le contaron la historia y el príncipe se acerco a ella.
La princesa avergonzadísima por sus ropas y suciedad se agacho nada más verle, el príncipe agarro su brazo y le explicó que podía tener un puesto de trabajo en la cocina si ella lo deseba. La princesa estaba anonada, no se lo pensó demasiado y acepto la oferta,
Todos los días se pintaba la cara y las manos con ceniza para que no se la viera la piel tan blanca como la de las princesas, se ponían un pañuelo en el pelo y se iba a trabajar a cocina.
Día tras día veía al príncipe leer, habar con la gente de palacio de aventuras, oía historias mágicas que el príncipe había vivido a lo largo de su vida y poco a poco la princesa se enamoro de el.
Una noche en el palacio se celebro un baile, el baile era especial porque el príncipe estaba buscando a una princesa con quien casarse. La princesa al enterarse de la noticia se puso triste, ella era quien se quería casa con el de verdad.
La princesa al acabar su trabajo le pidió al cocinero si podía asomarse un ratito al baile sin que nadie la viera ya que era la primera vez que ella podía ver un baile de ese calibre.
El cocinero la dijo que si era un ratito corto que si podía marcharse pero que se escondiera muy bien y que regresa al poco rato.
La princesa encantada se marcho corriendo a su habitación y se puso el vestido de hilo de oro que le había regalado el anterior príncipe. Se limpio la cara y las manos, se peino y se coloco el colgante que le había regalado su padre. A continuación bajo corriendo al baile.
Al entrar al baile todo el mundo se quedo sorprendidísimo, nadie había visto una chica tan guapa jamás y mucho menos un vestido de hilo de oro como el que llevaba ella.
El príncipe nada mas verla se quedo paralizado, a los pocos minutos no pudo aguantar más y se acerco a ella para bailar.
A la princesa le temblaban las piernas, no se podía creer que estuviera bailando con el príncipe. Pasaron los minutos como si fueran segundos, el príncipe y ella se alejaron un poco del ruido y se pusieron a hablar de millones de cosas espectaculares con quien la princesa no había hablado jamás.
El príncipe la miro fijamente y al cabo de unos segundos la besó. Fue el beso más bonito que la princesa pudiera imaginar, más bonito que todos los que había soñado y que todos los que había leído en sus libros.
Al terminar el príncipe la dijo que era el beso más dulce que había dado nunca a nadie.
La princesa paralizada por la emoción le dijo que tenía que marcharse, que se le había hecho tarde y que tenia que regresar a casa.
La princesa volvió a su habitación se quito el vestido, se volvió a manchar la cara y aponerse su pañuelo y bajó a la cocina.
A la mañana siguiente el príncipe organizo a todos sus sirvientes para encontrar a la chica con la que se beso la noche anterior. Les explico que era bellísima y que llevaba en el cuello un collar bellísimo con una piedra preciosa con una azul esmeralda.
Pasaron los días y los días y el personal del palacio no encontraba a su amada. La princesa al enterarse que la estaban buscando se puso muy contenta, pero a la vez preocupada por que no podían saber que se trataba de una moza de cocina.
Siguieron pasando los días y el príncipe cada vez estaba mas triste, lo único que hacia que se levantara de la cama era para comer.
Un día la doncella que les levaba la comida al príncipe enfermo, y la princesa Todaclasedepieles tuvo que llevarle la cena.
Llamo a la puerta y entro con la bandeja, el príncipe casi ni la miro. Estaba triste, apenado y con muy mala cara. Pero derepente, el príncipe reconoció algo de la “doncella” la cadena que ella llevaba en el cuello le recordaba a alguien. No se podía ver la piedra color esmeralda porque la llevaba debajo de la ropa, pero la cadena si.
El príncipe la dijo que se acercara y suavemente tiro de la cadena hasta que por sorpresa encontró la piedra color esmeralda. La princesa se asusto y el príncipe la dijo que si realmente era ella.
La princesa dijo que si, que era ella.
El príncipe la dijo que la única manera de saberlo realmente era besándola, la princesa se acerco y beso al príncipe.
Este fue el primero de un gran número de besos dulces que la princesa Todaclasedepieles y el príncipe principito se dieron a lo largo de toda su vida.
Y por fin la princesa se caso con la persona que deseaba y que realmente amaba.
Muy bien, pero te ha quedado un poco largo para infantil.
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